Tubo de ensayo

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René Delios

La verdad es que durante la presente administración los rostros de la corrupción han sido muy variados, incluso a referencia del presidente mismo para darle marketing, y van desde la corrupción política en los partidos, administrativa en el gobierno y pública en la ciudadanía, incluyendo sus muy diversos sectores productivos y sociales.

La corrupción está entonces implícita en gobierno y pueblo, en una relación que se volvió modus operandi, en la que también los políticos le entraron motu proprio distorsionando el ejercicio de transparencia en los institutos políticos, lo que socavó la convicción política y el ideario político de miles de militantes y los más importantes partidos, que tanto cambiaron de “camiseta” sin ningún rubor, como establecieron alianzas aún planteamientos antagónicos en sus documentos básicos.

¿Qué podía hacer la presente con una clase política revuelta y convenenciera?

Porque por todos lados los que antes estaban en otras siglas, resulta que son convencidos seguidores ¿de AMLO, de Morena? y ya están incrustados en la estructura o del partido o del gobierno.

Más ahora que los morenistas van a ser gobierno -sino no deciden otra cosa los tribunales- en 17 entidades, es decir, más de la mitad del país, por lo que cuentan con posiciones, posesiones y partidas para repartir, y la preocupación de los de en frente es que se tienen que alinear o solo se van a quedar mirando.

¿O le van a dar chamba, programas, proyectos, obras, al adversario?

Eso no pasa ni en Morena: primero se cuadran.

Y lo van a hacer principalmente en los estados en los que va entrar Morena de nuevo gobierno, para evitar cualquier problema judicial, por evasión, sobre facturación, lo que de siempre se hace en los estados del país para robar dinero del pueblo, en tanto entre las referencias del presidente López Obrador, vuelven a aparecer por enésima vez el combate a la corrupción y ponderar la justicia social tal cual lo refrendó el voto popular a su favor, que es lo que se interpreta con el triunfo de Morena el mes pasado -la derrota no se justifica, se acepta-, con la deficiencia de que no están los célebres corruptos dónde deberían de estar, y casos muy sonados bajan de intensidad a modo, como el de la Estafa Maestra, en la que se involucra a muchos, aunque no a todos, pues hay rutas de investigación ignoradas o deslizadas como el caso de Manuel Velasco (https://www.efe.com/…/ong-vincula-a…/50000100-4564204) señalado por el SAT de la presente administración de un posible desvío de 500 millones de pesos durante su gobierno.

Hay más nombres, incluso dados a conocer desde su gobierno, por desvío de recursos, evasión fiscal, entre otros delitos disculpados, mientras -se insiste- se tiene detenidos a Rosario Robles, Emilio Lozoya, como piezas de la maquinaria torcida del pasado régimen, aun a sabiendas de que no pudieron actuar sin avisar.

Se insiste en que así como no se puede hablar de democracia desde la casa de la imposición, tampoco se puede hacer referencia a la justicia cobijado con la impunidad.

Eso es demagogia.

Lo que sí es cierto es que ningún presidente de México le había revelado al pueblo los alcances y los por dónde de la corrupción, y menos los enormes montos en dinero que ello representa, y el impacto en las arcas de la nación, ya sea en inflando facturas como condonando impuestos.

¿Qué Hacienda Pública se puede fortalecerse así?

Por años -¡Qué digo!- por sexenios completos, las facturas apócrifas, los contratos leoninos, y las condonaciones fiscales drenaron al erario público federal -igual en los estados-, y ni idea en números, para poder basar un cálculo en varo de lo que costó la corrupción en el país en cinco sexenios, treinta años, que incluye el paso de un siglo a otro, cuando se dio la transición política, que en términos de transparencia no sirvió de nada.

Hoy hay los reclamos válidos -quien no da resultados, da escusas- porque la economía no crece, pero la delincuencia sí, por ende la inseguridad, los crímenes dolosos, y se observan deficiencias en el gobierno -ahí está el caso de la medicina oncológica-, en temas que ahora aprovechan políticamente los que los permitieron.

Y en ese inter pues están los que denuncian con las vestiduras desgarradas, y los que se defienden impolutos apoyados en la retórica.

¿O no?

Y ya ampliado: ¿En qué porcentaje disminuyó la pobreza de 2000 a 2018, si es que estábamos mejor cuando estábamos peor con el PAN y el PRI?

Porque leo que hasta los pobres se quejan de un gobierno que reparte lo mismo que los anteriores, solo que sin intermediarios, lideres u organizaciones, como explotación política de la pobreza.

Los que saben de esto me indicaron que si AMLO hubiera llenado estadios en favor de sus candidatos y repartido varo -como se hizo con el programa Prospera en 2017, en apoyo a las aspiraciones del entonces senador Roberto Albores Gleason-, no le ganan San Lázaro.

Y lo creo.

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